La felicidad es un
tópico perseguido por muchos, pero se convierte en utopía cuando se busca sin
haber alcanzado cierto nivel de conciencia, porque la felicidad es algo que
todos poseemos, está dentro de cada corazón y es lo que nos mantiene frescos y
lúdicos en la infancia… pero, igual como olvidamos los juguetes que nos
acompañaron cuando niños, olvidamos lo que era la felicidad… y es tiempo de
buscarla para volver a conectarte con esa frecuencia que es muy alta y por eso
nos ayuda a sintonizar con los planos a los que ascendemos…
Ser feliz no cuesta
tanto y para muchos estaría en poseer ciertas cosas, en tener más, en vivir en
determinado lugar, en estar con algunas personas o en hacer ciertas
actividades… pero la felicidad no es nada de eso – La felicidad es un estado
del Ser… no es una adquisición… podría ser, quizás, un logro porque hay que ver
como cuesta trabajar la voluntad para ganar unos granitos de conciencia… pero
es real, no es una quimera.
La Felicidad, esa
que algunos ven como la meta, es en realidad el premio que alcanzas cuando te
has sometido al crecimiento. Porque crecer en esta dimensión cuesta, es
doloroso, es solitario, y es, a veces, cruel… pero una vez que cruzas el portal
de “los apegos” eres libre y empiezas un camino más liviano y verdadero… es el
camino de la felicidad…
Muchas personas se
preguntan qué pueden hacer para ser más felices o cuál es el secreto de la
felicidad, si es que existe algún secreto que puedan descubrir y poner en
práctica para cambiar sus vidas y sentirse más satisfechos y felices.
Para alcanzar la
felicidad, muchos tienden a mirar hacia el futuro, otros miran hacia el pasado,
el problema es que la felicidad no existe ni en el futuro ni en el pasado. Es
un estado emocional, un estado interno, que solo puedes sentir en el presente.
Puedes recordar un
suceso pasado que fue positivo y sentirte contento al recordarlo, pero esa
felicidad la estás sintiendo ahora, la vives ahora, la experimentas en el
momento presente, no en el pasado, y eso es lo que le da valor, lo que la hace
real y lo que todo el mundo busca cuando afirma que quiere ser feliz.
¿Es felicidad ser
conscientes de que somos felices? En el instante mismo en que somos conscientes
de nuestra felicidad dejamos de ser felices, eso ya no es felicidad. La
felicidad, de la misma forma que el amor, no son cosas que podamos perseguir,
llegan. Pero si las buscamos, nos evadirán.
La mente y el
pensamiento jamás pueden encontrar la felicidad. La felicidad no es, como lo es
la sensación, una cosa que pueda perseguirse y encontrarse. La sensación
podemos encontrarla una y otra vez, porque siempre la perdemos, pero la
felicidad no puede ser encontrada. La felicidad que podamos recordar es tan
sólo una sensación, una reacción a favor o en contra del presente. Lo que se ha
terminado no es la felicidad, la experiencia de felicidad que se ha acabado es
sensación, porque el recuerdo es pasado y el pasado es memoria y sensación. La
felicidad no es sensación. Podemos recordarla pero no revivirla. La mente, con
sus recuerdos y experiencias no puede ser feliz, el reconocimiento mismo impide
el vivir el momento presente con toda la plenitud que necesita el ser feliz.
Buscamos la
felicidad por medio de cosas, de pensamientos e ideas, a través de la relación.
Por lo tanto, se vuelven sumamente importantes las cosas, la relación y las
ideas, no la felicidad. Cuando buscamos la felicidad por medio de algo, ese
algo adquiere un valor mayor que la felicidad misma. Buscamos la felicidad en
la familia, en la propiedad, en el nombre, entonces, la propiedad, la familia,
el nombre, adquieren una extrema importancia, ya que la felicidad es buscada a
través de un medio; de esa manera, el medio destruye al fin.
¿Puede la felicidad
hallarse a través de algún medio, de alguna cosa hecha por la mano o por la
mente? ¡Es tan obvio que las cosas, las relaciones y las ideas son
impermanentes, que siempre terminan por hacernos desdichados! Las cosas son
impermanentes y se gastan y se pierden; la relación constituye una fricción
constante, y la muerte aguarda; las ideas y las creencias carecen de solidez,
de permanencia. Buscamos la felicidad en ellas, sin darnos cuenta de su
impermanencia. Así es como el dolor se convierte en nuestro constante
compañero.
Si podemos
comprender el proceso de la vida y explorar el río del conocimiento propio,
comprenderlos sin condenar, sin decir que es bueno o es malo, entonces surge
una felicidad creadora que no es "tuya" ni "mía". Esa
felicidad creadora es como la luz del Sol. Si deseamos conservar la luz del Sol
para nosotros mismos, ese ya no será más el claro y cálido Sol dador de vida.
De igual manera, si deseamos la felicidad porque estamos sufriendo, porque
hemos perdido a alguien o porque no hemos tenido éxito, entonces eso es tan
sólo una reacción. Pero cuando la mente puede ir más allá, encontramos que
existe una felicidad que no pertenece a la mente, y que es el verdadero gozo,
el auténtico júbilo.
En un nivel más
elemental, la felicidad es una llamada universal de todo ser humano. Casi todo
ser humano quiere por encima de todo alcanzar la felicidad, pero realmente
pocos la consiguen. Da la impresión de que la felicidad no es de este mundo,
como si fuera algo fugaz que circula a nuestro alrededor, pero que nunca
llegará a invadirnos interiormente.
¿Cómo podemos
definirla? Podríamos decir que es todo aquel conjunto de cosas buenas que
cualquier ser humano es incapaz de no querer. Pero hay que decir, antes que
nada, que la felicidad es un estado de ánimo, un estado del alma; es una
vivencia personal, subjetiva, interior, que ve la propia vida y siente de ella
una impresión positiva (felicidad) o negativa (infelicidad).
Ser feliz consiste,
por tanto, en aquella forma de vida que desarrolla el mismo ser humano, en la
que despliega una personalidad hecha, sólida, firme, con sello propio, con la
cual se siente identificado, a gusto, satisfecho, tranquilo, en paz interior.
Esta es la puerta inicial de entrada para la felicidad.
El amor es la pieza
clave de la felicidad. No hay felicidad sin amor. Por amor tiene sentido la
vida. Nada hay tan grande como el amor. El amor es la fuerza que nos impulsa a
seguir buscando nuevos caminos a recorrer. Pero existe una gran variedad de
estilos y de formas de amar. Desde el amor a la patria, pasando por el amor a
la justicia, al orden, a las antigüedades, hasta llegar al amor entre un hombre
y una mujer o el amor a Dios.
Así que atrévete a
encontrar la felicidad dentro de ti, en tu corazón. Ahí está escondida,
esperando ser encontrada para quedarse y ser valorada. No tengas miedo de
aceptarla.
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